trinidad masaccio

EL TRIUNFO DE LA PERSPECTIVA RENACENTISTA

Si hay una obra que marca de manera rotunda el definitivo triunfo de la perspectiva matemática en la pintura italiana del Quattrocento esa es sin duda alguna la que lleva por título completo el de «La Sagrada Trinidad con la Virgen María, San Juan Evangelista y dos donantes», realizada por Masaccio en 1427 , un año antes de su fallecimiento.

Perspectiva trinidad masaccio

Nos hallamos ante un fresco de grandes dimensiones, casi 7 metros de altura por más de 3 de anchura, conservado en la iglesia de Santa María Novella, de Florencia. La pintura estuvo mucho tiempo oculta, desde que Vasari, gran amante de la obra de Masaccio, tapase esta obra durante unas reformas realizadas a mediados del siglo XVI. Trescientos años después de su ocultación la pintura fue recuperada para poder disfrutarla en todo su esplendor, máxime después de la última restauración efectuada en el conjunto.

Y ¿qué hace a la Trinidad tan especial?  De una parte, la composición en dos escenas diferentes: en la parte inferior encontramos un altar que hace las veces de sepulcro enmarcado por columnas, sobre el que figura un esqueleto. Obviamente, no nos mira, pero nos lanza un mensaje que podemos leer en el fondo, escrito en letras capitales:

trinidad masaccio

«IO FU GIÀ QUEL CHE VOI SETE: E QUEL CHI SON VOI ANCOR SARETE».

«LO QUE ERES FUI, Y LO QUE SOY SERÁS».

Por encima de esta contundente advertencia sobre la fugacidad de la vida encontramos la segunda escena, flanqueada por los donantes de la obra. Aquí la capacidad de Masaccio para representar el volumen y la profundidad nos permite apreciar a esos donantes arrodillados, dispuestos a ambos lados de la escena principal y que parecen asistir a ella desde otro plano, como si estuviesen fuera de la representación. Y ésta consiste en una Trinidad en la que Masaccio nos muestra al Padre sosteniendo con firmeza la cruz en la que yace el Hijo muerto, mientras el Espíritu Santo, como paloma, se sitúa entre las cabezas de ambos, hasta tal punto que el observador poco atento podría confundirlo con un cuello blanco que tuvieran los ropajes de Dios. Del mismo modo, al pie de la cruz hallamos a María y San Juan, que la acompaña en su dolor, típica escena del Calvario.

Nos fijamos ahora en el espacio construido. Masaccio nos ha situado ante una arquitectura clasicista en la que dos enormes pilastras corintias enmarcan un arco de medio punto sostenido por columnas jónicas. Tras el arco se inicia una bóveda de medio cañón decorada con casetones que alcanza hasta el otro arco que al fondo cierra la composición. Aquí encontramos una novedad absoluta, la construcción que nos presenta el pintor y la composición toda se hallan sometidas a las leyes de la perspectiva geométrica por primera vez en la historia de la pintura, hasta tal punto que el espacio pintado deviene real y el espectador cree encontrarse ante un enorme hueco abierto en la pared de la iglesia. Parece ser que aquí Masaccio  empleó las enseñanzas que había recibido de Brunelleschi.

capilla trinidad

Contribuye a consolidar este efecto el hecho de que los personajes estén a tamaño real, así como la disposición triangular que presentan y la línea ascendente que los conecta, pasando por el madero de la cruz y llegando hasta la cabeza de Dios Padre. Sin embargo, la alineación de los capiteles del conjunto compone otro triángulo, con el vértice a los pies de la cruz y sobre el centro del esqueleto.

Aquí no acaban aquí los esfuerzos de Masaccio por dar autenticidad a su Trinidad. Toda la escena está enmarcada en tres grandes cuadrados que organizan el sistema de proporciones, mientras que se genera un punto de vista que parte precisamente de los ojos del espectador y que justamente lleva la mirada hasta el centro del mensaje religioso que la obra quiere transmitir: la importancia trascendental de la Trinidad en el pensamiento cristiano y en la propia concepción de la salvación de la especie humana.

Masaccio nos ha legado en esta obra muchas novedades para su época, que se incorporarán al conjunto de cánones renacentistas aplicados a la pintura. Su Trinidad es toda una lección del arte de pintar y de las fórmulas de la perspectiva matemática de la mano de un joven que se disponía a morir sin haber cumplido aún los veintisiete años.