Natividad de la Virgen Maria

La Iglesia católica celebra el 8 de septiembre la solemnidad del Natividad de la Virgen María, nueve meses después de celebrar el 8 de diciembre la fiesta de su Inmaculada Concepción. De hecho, la primera de las fechas mencionadas inaugura el año litúrgico bizantino, cuyo cierre se señala en agosto con la festividad de la Dormición o Muerte de la Virgen, es una de las trece fiestas marianas de la Iglesia católica.

La arraigada costumbre de fijar el 8 de septiembre como fecha del nacimiento de María parece inspirarse en De ortu virginis, obra popular entre los cristianos desde los primeros siglos- en el que se señala tal suceso en septiembre, sin indicar el día exacto. La fiesta de la Natividad de María podría haber tenido origen en Siria o Palestina en el siglo V , de acuerdo con una antigua tradición oral sobre el emplazamiento de la casa natal de María cerca de la Puerta  y la Piscina Probática. De hecho, la festividad del nacimiento de María parece haber surgido con motivo de la dedicación de una iglesia a la Virgen en Jerusalén, junto a la Piscina Probática, en estrecho vínculo con el actual santuario de Santa Ana.

Nacimiento de la Virgen. Pietro Cavallini 1320 Santa María del Tastevere Roma

Concluido el Concilio de Éfeso (431) y bajo la influencia de los apócrifos, el culto a la Madre de Dios se intensificó de modo notable. Ahora bien, pese a que la natividad de María venía festejándose ya en algún enclave de Oriente desde el siglo V, el documento más antiguo para conmemorar esta fiesta en Constantinopla es el himno de dicha solemnidad que, parafraseando el primer capítulo del Protoevangelio de Santiago, compuso San Romano el Meloda sobre el año 550 durante el reinado de Justiniano I.  La literatura apócrifa que describe los primeros años de María  en el referido Protoevangelio de Santiago, contribuyó en gran medida a introducir y propagar dicha celebración litúrgica.  Esa devoción a la Theotokos contribuyó a desarrollar en alguna Iglesia local de Oriente la fiesta de la Concepción de María (distinta de la de su Nacimiento), tal como lo sostiene Juan de Eubea. De ambas solemnidades marianas, la de la Natividad fue la que, a la postre, resultó incluida entre las doce grandes fiestas anuales del calendario bizantino.

En Occidente, por el contrario, la fiesta del Nacimiento de María, por derivarse de las sospechosas fuentes apócrifas, comenzaría a ser aceptada -parcialmente y con variable fortuna- sólo a partir de fines del siglo VII. El primer documento que atestigua formalmente la existencia y la aceptación oficial de dicha fiesta en Europa es la Vita del papa San Sergio I, contenida en el Liber Pontificalis. Este papa, en efecto, ordenó en 688 que, en lo sucesivo, la festividad del alumbramiento de María (que ya venía celebrándose para entonces en esa fecha del año) se conmemorase el 8 de septiembre con una letanía y una procesión, que, arrancando desde la iglesia de San Adrián en el Foro, concluiría en la basílica de Santa María la Mayor, donde se oficiaría la misa. De todos modos esta solemnidad no parece haber sido ampliamente celebrada en Occidente durante los siglos VIII y IX, e incluso dos centurias más tarde San Fulberto, se refiere a ella como una institución reciente, al extremo de que los tres sermones que él mismo escribió constituyen los textos latinos más antiguos sobre dicha celebración en Europa. A partir de los siglos XI-XII la festividad se halla generalmente establecida en la Iglesia occidental. El papa Inocencio IV instauró la octava de la fiesta en 1243, tras una votación de cardenales en el cónclave de 1241. En 1378 el papa Gregorio XI oficializó la solemnidad, al incluirla en el calendario litúrgico, complementada con una vigilia . Pese a conservarla como festividad religiosa, Pío X  la excluyó de las fiestas de precepto a inicios del siglo XX, antes de ser abolida por Pío XII en su reforma de 1955, por estar basada en los apócrifos, aun cuando se conservó como fiesta de segunda clase.

Natividad María
Natividad de María. 985 Miniatura. Biblioteca Vaticana

Sin noticias en los Evangelios

Nada nos dice el Nuevo Testamento sobre el nacimiento de María. Ni siquiera nos da la fecha o el nombre de sus padres, aunque según la leyenda se llamaban Joaquín y Ana. Éste nacimiento es superior a Creación, porque es la condición de la Redención. Y, sin embargo, la Iglesia celebra su nacimiento. Con él celebramos la fidelidad de Dios. “Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” Romanos 8,28. Y es motivo de alegría gozosa y permanente de todos y cada uno de los llamados.

El relato de la Natividad de María

Según Jacopo della Voragine, la historia de la natividad de la Virgen fue escrita por San Jerónimo. Más allá de los eventuales aportes originales brindados en tal sentido por San Jerónimo, es bien cierto que ese acontecimiento mariano, carente de bases bíblicas e históricas, fue construido por tres textos apócrifos: el Protoevangelio de Santiago (siglo II) -cuyo título original es precisamente Natividad de María-, el Evangelio del Pseudo Mateo (siglo IV)  y el Libro de la Natividad de María (síntesis del apócrifo precedente, hecha hacia el siglo IX).

Combinando los pormenores ofrecidos por esos tres apócrifos, podríamos resumir así las circunstancias y datos que configuran este complejo asunto, incluyendo los momentos precedentes y subsiguientes al episodio concreto del nacimiento de la Virgen: al no haber tenido descendencia después de veinte años de matrimonio, San Joaquín y Santa Ana, futuros padres de María, prometieron a Dios consagrar a su servicio al hijo que, por gracia especial, les concediese; con tal propósito durante el año solían ir al templo con ocasión de las festividades tradicionales ; en la Fiesta de la Dedicación, al dirigirse al templo para hacer sus ofrendas, Joaquín fue rechazado por el sacerdote, so pretexto de no tener derecho a acercarse al templo quien no había sido bendecido por Dios otorgándole descendencia; deprimido por la vergüenza de tan ominoso rechazo, Joaquín se retiró al campo sin regresar a casa, para evitar el desprecio de sus vecinos; tras varios meses de soledad, un ángel le comunicó que su estéril mujer engendraría a una hija, la cual llegaría a ser Madre del Hijo del Altísimo, cuyo nombre sería Jesús; el mismo ángel se apareció luego a Ana para notificarle su mensaje a Joaquín, y para ordenarle salir al encuentro de éste a la entrada de la ciudad; cuando ambos se encontraron frente a la Puerta Dorada, se abrazaron con alegría, y, tras adorar a Dios, regresaron a casa a esperar el cumplimiento de la promesa divina; nueve meses después de aquel encuentro, Ana dio a luz a una niña, a quien, conforme al mensaje del ángel, puso el nombre de María, luego de una serie de maravillosos episodios protagonizados por la niña durante sus tres primeros años de vida, al cumplirse el tercer año del alumbramiento, Joaquín y Ana, para cumplir la promesa hecha a Dios, llevaron a su niña al templo para consagrarla a Dios y educarla allí en el servicio divino, suceso identificado con el tema iconográfico de La Presentación de María en el Templo.

Natividad de María.
Natividad de María. Mosaico S.XI Monasterio de Dafni Grecia.

 

Al margen de lo fantasioso de los detalles del nacimiento y la infancia de María descritos por los apócrifos, ninguna fuente bíblica o histórica documenta el lugar preciso donde nació María. Sobre ese particular existen varias tradiciones. Por ser María descendiente de David y basándose, sobre todo, en el opúsculo De nativitate Sanctae Mariae, incluido a continuación de las obras de San Jerónimo, algunos sitúan en Belén el lugar natal de la Virgen. Otros lo ubican en Seforis. La tradición más generalizada y probable es que María nació en Jerusalén, en concordancia con ciertos testimonios entre los años 400 y 600 y con los alegatos de San Sofronio  tal como, parecen confirmar los recientes hallazgos arqueológicos de la Piscina Probática (de las ovejas) junto a una basílica dedicada a María. Tras precisar que ya en el siglo V existía en Jerusalén el santuario mariano situado junto a los ruinas de la Piscina Probática, recientemente se argumenta que bajo la actual basílica de Santa Ana, iglesia románica erigida por los cruzados, se hallan los restos de una basílica bizantina y unas criptas excavadas en la roca, las cuales parecen ser parte integrante de una vivienda, que se cree era la casa natal de María; semejante tradición se relaciona con el hecho -expresado por los tres apócrifos en cuestión, y aceptado por muchos autores posteriores- de que Joaquín era “un hombre muy rico”, propietario de numerosos rebaños de ovejas (que el propio Dios multiplicaba extraordinariamente, en premio a su ejemplar conducta), las cuales, según costumbre, eran lavadas en la Piscina Probática antes de ser ofrecidas en sacrificio al templo.

Natividad de la Virgen,
Natividad de la Virgen, Pietro Lorenzetti 1340
Catedral de Siena, Italia,